................. |
EL
CASO BECERREÁ. Una chapuza en la desclasificación
Marcelino Requejo
Nota
del editor
El investigador
español Marcelino Requejo publicó este informe
en la desaparecida revista 'Espacio y Tiempo' tras la ínvestigación
de campo realizada después de que el informe fuera desclasificado
por el Mando Operativo Aéreo, dependiente del Ejercito
del Aire Español.
Aunque
no se menciona en este informe, el expediente desclasificado
incluye una carta en el que la fecha se habría manipulado
agregándole un uno delante con una máquina eléctrica
distinta de la original.
Para
descargar el documento desclasificado sobre este caso,
pincha aquí.
|
Comprendo
la decepción y perplejidad
de J.J.Benitez y demás investigadores con respecto a la desclasificación
de archivos OVNI llevada a cabo por el Mando Operativo Aereo
durante 1993. Yo mismo me he sentoido decepcionado
al conocer e investigar, entro otros el casod el 2 de abril
de 1969, en Becerreá (Lugo-España), un avistamiento
del que, a diferencia de otros, nunca se supo nada hasta ahora, pues
las manifestaciones escritas que el desconocido testigo remitió
a la Subsecretaría de Aviación Civil entraron directamente
en el arcón secreto del Estado Mayor del Aire a los 22 días
de producirse los hechos.
Un expediente con cuya ‘explicación’ el MOA
ha entrado en el terreno de los grotesco y no hace sino confirmar la
ausencia total de una investigación seria y rigurosa en el proceso
de desclasificación, pues la carta del testigo contiene datos
más que suficientes como para que se hubiese llevado a cabo un
procedimiento serio evitando así las irregularidades y atrevimientos
aireados alegremente en las ‘consideraciones’ de un informe
que, como veremos a continuación, contradice los principios básicos
de Astronomía, Fotometría y Trigonometría.
Resumen
del avistamiento
A las 8 de la tarde del día 2 de abril de 1969,
el testigo (no se facilitan sus datos) se dirigía en solitario
en su automóvil con dirección a A Coruña por la
carretera N-VI, cuando a la altura del kilómetro 476,
a su derecha, y al pie de unas lomas, pudo contemplar lo que él
denomina “nave espacial tripulada”, en
forma de obús, de unos 5 o 6 metros de longitud y unos
2 metros de diámetro; la superficie del objeto “era
de trocitos, como si fuera de gresite en múltiples colores”
y totalmente iluminada por una luz fantástica, sin que se precise
la distancia a que se encontraba. Cuando el testigo detuvo su vehículo
para poder observar mejor el objeto, este, según parece, había
desaparecido.
Trece días después el testigo narró lo sucedido
a la Subsecretaría de Aviación Civil mediante carta de
fecha 15 de abril dirigida al coronel encargado de la Dirección
General de Navegación y del Transporte Aéreo, al parecer
amigo suyo. Y con fecha 22 de abril la Subsecretaría remite oficio
a la Sección 3 del Estado Mayor del Aire adjuntando la carta
del testigo.
25
años después
Cuando llegó a mis manos la documentación de este caso
como resultado del proceso de desclasificación llevado a cabo
por el Mando Operativo Aéreo (MOA) durante 1993, me desplacé
al lugar del avistamiento, situado a tan solo 35 kilómetros de
mi domicilio, pues las descripciones y afirmaciones que se vertían
en el informe no se correspondían con las propias de essa zona
por la que suelo viajar con frecuencia. No me fue difícil localizar
el punto exacto desde el cual el testigo presenció el fenómeno.
Si bien la numeración de los puntos kilométricos ha variado
con el nuevo trazado de la carretera, los antiguos mojones de numeración
blanqueados hoy, continúan en su sitio y la carta del testigo
describe el paraje con suficientes detalles como para ser localizado
sin posibilidad alguna de error.
La
gran chapuza
Si el MOA “con sus lógicas reservas” se basa en las
consideraciones expuestas en el informe para explicar el avistamiento,
creo sinceramente que deberían haber mantenido este caso como
‘materia clasificada’ a juzgar por el análisis de
sus consideraciones.
Consideración 1: No se indica distancia estimada.
El hecho de encontrarse en un paraje con indicación de ‘Vista
pintoresca’ sugiere un punto de vista elevado, despejado, con
amplia perspectiva pero con visión descendente limitada a distancias
cortas si no se sitúa uno muy al borde del mirador (el testigo
estaba dentro de un automóvil en marcha).
Es evidente que el testigo no estima la distancia entre el objeto y
él ¡No falta que hace! Aquí se trata de decidir
si lo avistado era o no un OVNI. No se puede afirmar que no lo era solo
porque el testigo no indica la distancia. No es cierto que en el Alto
de Campo do Ärbore exista visión descendente limitada. La
visión descendente es perfecta.
Existe un tramo semicurvo a partir de la señalización
vertical a lo largo del cual se puede contemplar perfectamente desde
un automóvil en marcha el hermoso paisaje, una zona “muy
verde en la que abunda mucho el tojo” como bien describe el testigo.
No se trata del típico mirador al borde de un precipicio; en
este lugar los prados descienden en suave pendiente hacia el valle.
El cartel de ‘Vista pintoresca’ que el testigo menciona
en la carta estaba situado al final del tramo semicurvo. Según
manifiestan los vecinos ese cartel se deterioró y desapareció
hace unos años, quedando hoy solo los postes.
Consideración 2: La ‘desaparición’
del objeto pudo deberse presumiblemente a dos motivos::
1 – Pérdida de la línea de visión
al desplazarse para detener el coche y cambiar el puntod e vista, quedando
oculto el objeto por alguno de los múltiples montículos
del paraje,
2 – Pérdida de la reflexión directa
de los rayos del sol (cercano al ocaso) al modificarse la posición
del testigo. El efecto visual sería el de “… habérsele
apagado la iluminación”.
Parece mucho menos verosímil y carece de elementos de apoyo la
sugerencia del testigo de un ascenso vertiginoso.
Pueriles argumentos que demuestran claramente la confección de
un expediente sin tan siquiera haberse trasladado al lugar del avistamiento.
El primer punto cae por si sólo. Suponer que la desaparición
se debió al hecho de quedar oculto el objeto por alguno de los
múltiples montículos del paraje, demuestra un desconocimiento
absoluto del lugar del avistamiento. Y esto es grave, pues viene a confirmar
las acusaciones de ‘fraude’ con las que se ha calificado
el proceso de desclasificación de archivos OVNI.
No se debe emitir un informe explicativo del suceso si no se tienen
datos suficientes para demostrar que no era un OVNI, como en este caso
en particular. De ser cierto lo argumentado por el MOA, lo avistado
por el testigo sería un fenómeno cotidiano.
El testigo describe así el lugar: “…Entre dos de
los referidos montes y a una distancia muy aproximada del suelo y de
la falda de uno de los montes… por estas razones creo que se trataba
de una nave tripulada, por hallarse tan cerca del suelo y más
baja que la cumbre de la montaña”.
En la primera línea existen solamente dos montículos cuyas
faldas son enteramente visibles desde su nacimiento en el valle hasta
la cumbre. Los demás montículos se encuentran detrás
de éstos y sólo exhiben sus cumbres.
El tramo por el que circulaba, y desde el cual se domina perfectamente
el paisaje es de 200 metros; suponiendo que circulase a una velocidad
entre 70 y 80 kilómetros por hora –se trata de un tramo
llano tras una fuerte subida- ello significa que pudo contemplar el
objeto desde el vehículo durante unos 9 o 10 segundos. Lo pierde
de vista la llegar al final del tramo semicurvo, junto al cartel de
‘Vista pintoresca’, donde comienza la trinchera de descenso
del puerto. Durante esos segundos de observación nada se interpuso
entre el testigo y el objeto.
Esta es la única imprecisión del testigo: el lugar exacto
donde se encontraba el objeto entre los dos montículos.
El segundo argumento del MOA para explicar la desaparición del
objeto parece sacado de una obra de Molière: Pérdida de
la reflexión directa de los rayos del sol (cercano al ocaso)
al modificarse la posición del testigo. El efecto visual sería
el de “... apagársele la iluminación”
¿En que lugar de la carta se afirma que el día en cuestión
lucía el sol? Realmente el testigo no menciona la situación
meteorológica. Es más, las predicciones meteorológicas
para el miércoles santo 2 de abril de 1969 publicadas en el diario
‘El Progreso’ de Lugo no auguran precisamente cielos despejados,
y así lo confirma el resumen meteorológico del 3 de abril.
Pero quizá sea esto lo menos importante. Lo grave es achacar
la desaparición del objeto a la “pérdida de la reflexión
directa de los rayos del sol (cercano al ocaso), ya que el día
2 de abril de 1969 el sol se ocultó tras el horizonte Campo do
Arbre a las 19.39 horas como sucede cada año en la misma fecha
en este lugar. Así que lógicamente a las 8 de la tarde
mal podría estar “cercano al ocaso” un sol que se
había ocultado 21 minutos antes.
Aspectos
destacables (MOA)
PRIMERO: Se afirma en el informe que “Aunque se carece de datos
puntuales sobre el lugar del avistamiento, la zona es rica en “peñas”
graníticas con fuerte componente en mica y muy erosionadas, lo
que les proporciona contornos redondeados de múltiples formas
(en general ovoides irregulares).
No es cierto que se carezca de datos puntuales sobre el lugar del avistamiento
como ya hemos comprobado, pues el testigo describe perfectamente el
lugar, sucede que el informe ha sido confeccionado desde la comodidad
de un despacho, sin molestarse en visitar el lugar.
No es cierto que la zona donde al parecer se encontraba el OVNI sea
rica en “peñas” graníticas de forma ovoide
irregular y con fuerte componente en mica, pues cualquiera podrá
comprobar sobre el terreno la abundancia de matorral de tojo y algunas
praderas y pinos en la zona en cuestión, pero no encontrará
ni rocas ni peñas. No las hay ni tan siquiera ocultas entre el
matorral.
SEGUNDO: El MOA termina el informe con esta sorprendente máxima:
“con las lógicas reservas, debido a la falta de datos concluyentes,
el fenómeno observado sugiere una ilusión óptica
originada por el reflejo del sol en una roca granítica. Por el
mismo motivo no puede descartarse la posibilidad de que las apreciaciones
del testigo hayan sido objetivas y exactas”. El expediente no
incluye investigación posterior. A la hora en cuestión
ya no lucía el sol, como ya se indicó anteriormente.
Pero aun en el imposible supuesto de que a aquella hora luciese el sol
¿Sobre qué rocas se podría reflejar?
Un matrimonio vecino del lugar contempla este paisaje desde la segunda
planta de su vivienda –justo al lado de la carretera- desde hace
más de 40 años; y según me manifestaron jamás
han visto sobre aquella zona el reflejo del sol sobre roca alguna, ni
a la puesta, ni a la salida ni al mediodía.
Por otro lado, en una región húmeda como aquella ¿cómo
podrían reflejarse los débiles rayos solares del atardecer
sobre minúsculas partículas de mica en una roca recubierta
de liquen?
Sabemos por fotometría que la iluminación procedente del
sol en un día despejado es de unos 100.000 lux; la de un débil
sol de atardecer “cercano al ocaso” es lógicamente,
muy inferior. Aun suponiendo que 10.000 partículas de mica de
un centímetro cada una estuviesen reunidas formando todas ellas
un mismo plano de un metro –que ya es suponer- ello solo serviría
para que un observador situado a 1.775 metros de distancia, como es
el caso del testigo, contemplase un débil e informe reflejo similar
al producido por el sol en los cristales de una lejana galería.
Ya que el testigo nos describe con detalle la superficie del objeto
avistado, puede deducirse cabalmente lo que estaba observando: un objeto
de enormes proporciones, al que atribuye unas dimensiones puramente
orientativas debido a la distancia existente y a la superficie estaba
formada por placas a modo de “trocitos” –como si fuera
gresite de múltiples colores- que poseían brillo propio
y de modo independiente cada uno de ellos. De otro modo –es decir
suponiendo que el objeto fuese cristalino y reflejase la luz solar-
es absolutamente imposible que pudiese contemplar y diferenciar el conjunto
de “trocitos” pues, dado que el objeto tenía aspecto
cilíndrico, solamente algunos de esos trocitos orientado en el
ángulo apropiado para permitir llegar el reflejo solar al observador.
El día en cuestión, entre las 17 y las 21 horas se producía
un eclipse parcial de luna visible desde España. Afortunadamente
para la Astronomía, este dato no fue utilizado por el MOA, por
desconocimiento, sin duda.
Conclusiones
1 – ¿Desde cuando el ojo humano posee
un poder de resolución capaz de distinguir y diferenciar brillantes
partículas de mica situadas a 1.775 metros de distancia, sobre
una roca inexistente que levitaba e iluminadas por un sol oculto ya
tras el horizonte?
2 – Sorprendentemente, y por si lo anteriormente
expuesto fuera poco, el MOA admite al final del informe que “debido
a la falta de datos concluyentes, no puede descartarse la posibilidad
de que las apreciaciones del testigo hayan sido objetivas y exactas”.
¡Ojo!, no debe pasarse por alto esta afirmación, pues en
ella se reconoce la posibilidad de que lo avistado por el testigo fuese
una nave espacial tripulada, ¿Una nave espacial tripulada a pocos
metros del suelo en las cercanías de Becerreá (Lugo) el
2 de abril de 1969 cuando el hombre ni tan siquiera había puesto
el pie en la Luna?
¿Tan fiable es el testigo que el MOA llega a admitir incluso
tal posibilidad, en un proceso de desclasificación en el que
otros testimonios han sido sutilmente ridiculizados sin reparo alguno?
En definitiva, lo observado por el anónimo e importante testigo
a las 20 horas del 2 de abril de 1969 en el Alto de Campo do Arbre era,
y así lo admite el MOA en su rocambolesco informe un Objeto Volante
No Identificado, con las características propias de Nave Espacial
Tripulada que le atribuye el testigo.
Que cada uno saque sus propias conclusiones sobre el “fiable y
transparente” proceso de desclasificación.
|